Madrid 24/11/2020. ONG Rescate. Muchas niñas y mujeres refugiadas de todo el mundo, se han visto obligadas a huir de sus hogares, escapando de la persecución por motivos de género. La violencia física y/o sexual, los crímenes de honor, los matrimonios forzados, la imposición de normas sociales y religiosas, la mutilación genital femenina, la trata de seres humanos, la violencia física y/o sexual, o la violencia ejercida en contra de la orientación sexual o identidad de género; son algunas de las situaciones más flagrantes de esta esta lacra universal y que obliga a miles de mujeres a buscar refugio y protección internacional, por el hecho de ser mujeres.
Pero el peligro no se acaba en la huida. Ante la falta de vías seguras y legales para alcanzar territorios con vistas a solicitar protección internacional, los trayectos se convierten en un periplo plagado de riesgos hacia las mujeres, como las redes de explotación sexual, los secuestros o violaciones. Incluso en el país de destino, la reparación psicológica y vital que necesitan estas mujeres y niñas, requiere una atención especializada que permita ayudar a curar las heridas fruto de la vida que dejaron atrás, pero también que garantice herramientas para romper la estigmatización o discriminación.
“Desde ONG Rescate instamos a las instituciones a que sigan trabajando para garantizar el asilo y acogida de las mujeres y niñas que huyen de la violencia de género. Además, la experiencia nos dice que, debe ser una acogida especializada que facilite su recuperación”, señala Mª Ángeles Siemens, Presidenta de la organización.
Y es que ONG Rescate es la única entidad dentro del Sistema de Acogida que atiende exclusivamente a mujeres solicitantes de asilo por motivos de género y/u orientación sexual; razones de persecución reconocidas en España por la Ley de Asilo 12/2009. Desde 2018 hasta la fecha, la entidad ha brindado acogida y acompañamiento (jurídico, laboral, psicológico y social) enfocado y especializado en género, a más de 300 refugiadas por el hecho de ser mujeres.
“Con 16 años creía que él era el amor de mi vida, sin embargo, resultó ser mi peor pesadilla. Sus golpes e insultos aceleraron mi instinto de supervivencia, pero también mis años”. Quien habla es Laura (nombre ficticio, para proteger su anonimato y seguridad), una joven mamá que escapó de su país para poner a salvo su vida después de sufrir fuertes agresiones por su expareja.
Sin embargo, a su llegada a España, donde esperaba estar fuera de peligro, se vio atrapada en una red de trata. Por suerte y con mucha valentía, logro escapar una vez más. “Por suerte logré huir de ahí. Pedí protección internacional y fue cómo llegué a Rescate, la ONG que me está acompañando en este nuevo camino donde vi la luz que necesitaba para salir de todo lo anterior. Con el apoyo de mi psicóloga estoy tratando de sanar, de olvidar. Pero es muy duro el proceso porque ya llegué marcada de mi país y, una vez aquí, el horror continuó. Pese a todo, cada día trato de recordarme a mí misma que nadie puede cortar mis alas y yo soy quién decido lo alto que puedo volar”.
“A los 20 años me tiré a la calle, descubrí su dureza y, durante mucho tiempo, la prostitución fue mi única alternativa laboral y de supervivencia. Ese fue el alto precio que tuve que pagar para convertirme en quien ahora soy: Una mujer trans. Una mujer”, así de firme habla Taira. Una mujer que ha aprendido a vivir con la violencia instalada, ahora, en sus recuerdos. “Algunas secuelas de esa crueldad las llevo grabadas en mi cuerpo, como esa bala que me atravesó la mejilla después de que un acosador me disparara. Las cicatrices, como el dolor, no se borran, pero te recuerdan que sigues con vida. Conozco a otras mujeres trans que, o han sido asesinadas o se han suicidado porque no han aguantado la presión, el acoso, la violencia contra ellas. Contra nosotras. En cambio, yo puedo decir que, por amargo que sea, vivo para contarlo”, relata.
El testimonio de Taira está vivo porque escapó de Colombia y ha solicitado protección internacional en España, emprendiendo otro camino hacia el futuro que tampoco es fácil pero cuenta con el apoyo del equipo de profesionales de ONG Rescate. “Ellas me protegen, me tratan con dignidad y, lo que es mejor aún, me enseñan que yo puedo seguir luchando. Y ya nadie me puede parar”, sentencia agradecida.
Con un tono de voz dulce y cargado de fuerza, Brenda es capaz de desgranar su historia de lucha y superación como mujer refugiada. Ella es superviviente de la violencia de género que sufría en su país, El Salvador.
Fue víctima de quien fuera su pareja y padre de uno de sus hijos, llegando a rozar la muerte en varias ocasiones. Lamenta que nunca denunció por miedo; además, tenía la fuerte sospecha de que su agresor estuviera relacionado con las maras, las pandillas que siembran el terror en Centroamérica y responsables de asesinatos, desapariciones, violaciones sexuales y desplazamientos de quienes les muestran resistencia, incluidos funcionarios gubernamentales y periodistas.
Su seguridad en El Salvador no estaba garantizada, por eso, en cuanto que pudo recuperarse de una de las palizas que sufrió, escapó para buscar refugio al otro lado del océano.
Así fue cómo llegó a España, donde solicitó protección internacional y vive con el deseo constante de recuperar a sus hijos que aún están allí.
Pese a las adversidades en su camino, Brenda hoy tiene permiso de trabajo, un empleo y se esfuerza por curar sus heridas del pasado. En este nuevo recorrido, le gusta celebrar que está viva y que, además, se siente segura y respaldada por el equipo de abogadas, psicólogas y trabajadoras sociales de ONG Rescate, a quienes califica como “un apoyo vital”.