Jordania es el tercer país con mayor estrés hídrico del mundo y se encuentra entre los 10 más áridos, con un 80% del territorio nacional considerado zona desértica. Los 12 acuíferos del país, que representan un 59% de los recursos hídricos empleados, se están siendo explotados al doble de la velocidad a lo que se reponen, según datos del Ministerio de Agua e Irrigación de Jordania, y podrían extinguirse en los próximos 30 años.

La falta de eficiencia en el abastecimiento de agua y la falta de conciencia entre la ciudadanía sobre la situación de escasez en el país y medidas de ahorro, acrecientan este problema. De hecho, según un estudio de 2014 de Mercy Corps, el porcentaje de agua no contabilizada (es decir, el agua que se inyecta en el sistema de abastecimiento, pero no es facturada, y, por tanto, se pierde por fugas o conexiones ilegales) era del 50% aproximadamente a nivel nacional. Esto equivale a una fuga física estimada de 76 mil millones de litros por año, que podría satisfacer las necesidades de 2,6 millones de personas.

ONG Rescate Internacional está llevando a cabo un proyecto en Jordania que aborda el problema de escasez de agua, desde una doble dimensión: por un lado, mediante la instalación de una solución tecnológica innovadora capaz de potabilizar el agua mediante la condensación de la humedad y que busca alternativas al suministro convencional. Y, paralelamente, mediante la formación y concienciación para incidir en los hábitos de consumo de la población, local y refugiada. Y todo ello en el municipio de Al Sarhan, ubicado en la gobernación de Mafraq, frontera con Siria y una las regiones que más población refugiada ha recibido, llegando a duplicar su censo en los últimos años.

TRANSFORMAR EL VAPOR EN AGUA

La solución innovadora, desarrollada por la empresa Generaciones Fotovoltaicas de la Mancha (GFM), va a ser instalada en un centro comunitario del municipio, gestionado por las organizaciones locales, Tawasul Association for Family and Childhood Development. Se trata de un sistema de abastecimiento de agua que, funcionando con energía solar, obtiene ésta a través de la condensación del vapor en la humedad ambiente. Es decir, capta el aire del exterior, lo transforma en agua y lo somete a un proceso de potabilización y eliminación de partículas. Puede actuar bajo temperaturas hasta 55 grados y bajos niveles de humedad (10%). Según las condiciones de Jordania, puede generar unos 100 litros al día (empleando unos 0,6-0,7 kWh por litro). Al funcionar con energía solar, se trata de un proyecto totalmente autónomo, y teniendo en cuenta los problemas de Jordania con el agua, se trata de una propuesta que se puede replicar en otros lugares del país.

VALORAR EL AGUA, EL PRIMER PASO PARA COMBATIR SU ESCASEZ

Paralelamente, se han celebrando formaciones con la población local, impartidas en el mismo centro comunitario, sobre gestión y uso más eficiente del agua. Unas actividades que han contado con la colaboración de la organización jordana socia en este proyecto: Future Pioneers. Además, se han ampliado otros encuentros formativos sobre energías renovables y eficiencia energética, y cohesión social.

“Jordania afronta un problema de agua que, además, es un problema mundial”, recalca Hashem Al Sarhan, un estudiante universitario de 23 años que nos cuenta tenía nociones sobre la escasez de agua que afrontaba el país, pero que desde que recibió las formaciones, se ha dotado de información más concreta para ser consciente del difícil futuro que le espera al país si no se toman medidas. Y empezar por lo más cercano es el primer paso.  

“He cambiado todos los grifos en casa que, además, ha hecho que baje la factura de 80 a 30 dinares jordanos (moneda local). Y aprovecho el agua que usamos en casa para reutilizarla regando los limoneros y olivos que rodean mi casa”, explica Amani Matawe, otra vecina y participante de las actividades formativas y de concienciación para emplear un buen uso de este bien tan preciado como el agua.  

“En Siria vivía en una zona más húmeda, con menos problemas de agua y al venir a Jordania me di cuenta de lo contrario. Aprendí a valorar más el agua y tener más cuidado con su consumo y con posibles fugas en casa”, cuenta Ghusan Shehadat, originaria de la ciudad siria Daraa, a 13 km de la frontera con Jordania, que ha participado en las formaciones y comparte todo lo aprendido. Sabe que la indiferencia es la primera que hay que saltar, por eso decidió contactar con los profesores del municipio, para que concienciaran a los niños y niñas sobre el problema del agua en Jordania. De tal manera que las nuevas generaciones crezcan con la información adecuada, y así, dice, “incrementar la posibilidad de cambio”.