Cuando Lali salió del armario tuvo que encerrarse en uno peor: el de las cuatro paredes de su casa. Las situaciones a las que se exponía en la calle la llevaron no solo a sentir miedo, sino que le hicieron dudar de su propia identidad. “Sentía repulsión hacia mí misma, dudé de mi propia persona y no me proyectaba hacia ningún lado”, cuenta esta joven colombiana y refugiada en Madrid.
Felicidad también tuvo que huir de Guinea Ecuatorial para poner su vida a salvo. Desde que era una niña manifestó ser lesbiana y sufrió violaciones correctivas por parte de su familia. Pero la pesadilla no terminó ahí. Años más tarde entró en el cuerpo militar de su país, donde sufrió graves amenazas y palizas que casi acaban con ella. Escapó con las heridas -visibles e invisibles- aún abiertas. Sin embargo, hoy las está cerrando gracias a su fortaleza e ímpetu por seguir adelante y desterrar para siempre el delito de existir.
La huida nunca es fácil, pero la llegada también tiene sus obstáculos. “A todas las dificultades emocionales que cargan, se une el tener que adaptarse a un entorno desconocido y no siempre respetuoso sin prácticamente ningún apoyo, y es que, a diferencia de otros grupos sociales en los que la familia es el principal punto de apoyo, muchas mujeres lesbianas huyen de una familia y círculo cercano que son, en muchos casos, el principal causante de violencia, discriminación y rechazo”, explica Bárbara, psicóloga de ONG Rescate, que acompaña estas mujeres que, como Lali o Felicidad han tenido que buscar protección internacional para ser libres.
“Son mujeres que me hacen sentir orgullo de que se atrevan a luchar por una vida en la que puedan amar a quien deseen. Y es que la invisibilidad es otra forma de violencia en una sociedad cisheteropatriarcal que sigue negando la sexualidad de mujeres y entre mujeres”, apunta.
“Es importante que hoy, en el Día de la Visibilidad Lésbica, enfaticemos la necesidad de visibilizar a todo tipo de mujeres que aman a otras mujeres, sean cis o trans, que apostemos por una visibilidad a todos los niveles que ayude a las mujeres a sentirse validadas, apoyadas, queridas y respetadas. Es necesario también que nos visibilicemos las profesionales que trabajamos con personas LGTBIQ+ refugiadas como mujeres lesbianas orgullosas para mostrar que otra realidad es posible”, reclama Aida, también psicóloga del equipo de ONG Rescate.