Es muy difícil para mí decir quién soy. Dentro de mí me siento como mujer, no me siento como chico. Quiero vestirme como mujer pero me cuesta mucho porque todavía tengo la mente de mi país y tengo miedo. Me cuesta muchísimo ser quien yo quiero ser. Pero más adelante voy a acostumbrarme.
Cuando estaba en mi país no tenía espacio para hacer lo que quería hacer. He pasado muchas cosas que me han afectado psicológicamente, pero en algún momento me he examinado a mí mismo, y me he dicho que la vida es así. Hay momentos difíciles y hay momentos buenos, por eso tengo que aceptar la vida como es.
Cuando estaba en mi país pensaba: solamente quiero irme lejos de mi familia. No quería que nadie conociese lo que me estaba pasando, he perdido a mucha gente en mi vida. Mi familia no me acepta, a mí misma no me acepto. Siento que este mundo no es el mío. A veces me pregunto qué hago aquí.
Nunca jamás voy a volver a mi país.
Ahora mismo quiero estar en un sitio seguro, el futuro me da miedo. Me siento más o menos bien, porque mi psicóloga me está acompañando. Mi sueño es ser maquillador profesional. Ahora soy ayudante de peluquería, pero más adelante yo creo que puedo realizar mis sueños.
Lo que quiero decir a la gente joven LGTBI es que en la vida hay que luchar y hay que creer en ti. Si no crees en ti no vas a ser nada. Por eso estoy luchando, pero no sé si lo voy a conseguir.
(*)Este testimonio e imagen está recogido dentro del proyecto colectivo entre Caleidoscopia, que pretende poner el mundo patas arriba con la fotografía, y ONG Rescate, que acoge a personas refugiadas que huyen por motivos de género, identidad de género y orientación sexual. Su objetivo supera la barrera de la visibilidad o la denuncia social, y pretende generar espacios seguros donde sus protagonistas puedan expresarse desde el arte, en libertad y sin ningún tipo de juicio.