“Los momentos duros que he vivido me han ayudado muchísimo a saber quién soy”, reconoce Alex, quien se define como persona no binaria: “a veces me siento chica, a veces me siento chico”.
Para llegar hasta aquí deja atrás una infancia y adolescencia marcada por la discriminación familiar y social: “Me sacaron de la escuela cuando tenía 10 años porque decían que podía contaminar a los otros, o que era una enfermedad o un demonio que está en ti".
Una realidad de DISCRIMINACIÓN con difícil salida, y es que en Camerún existen leyes que castigan a personas del colectivo LGTBI+ con penas de hasta cinco años de cárcel. “Yo no sabía que era un delito”, lamenta.
Sin embargo, siendo todavía menor de edad, consiguió huir. Lo hizo junto a su pareja con el sueño de ser libres al otro lado del mar. Una travesía que sólo Alex pudo superar y que le ha llevado hasta Madrid donde sigue saltando barreras y rompiendo estereotipos. Y para conseguirlo tiene la clave: “Da igual el color de piel, da igual como seas. El respeto es lo más importante de todo”
En el mundo todavía existen 69 países que criminalizan a personas del colectivo LGTBI+, lo que obliga a muchas de ellas a huir y buscar refugio fuera de sus fronteras.
El delito de existir es la mochila con la que salen a cuestas, un peso aplastante del que, personas como Alex, se están despojando gracias a su fortaleza y al acompañamiento de ONG Rescate.
Alcanzar y defender una sociedad diversa e inclusiva es la llave para que nadie tenga que huir para ser libre.