Un tercio de la población LGBTI en El Salvador se ha desplazado por amenazas de las pandillas. Henrick pone nombre y rostro a esta macabra estadística, en un país donde las maras o pandillas siembran el terror. Una violencia que se ceba especialmente en personas trans como él.
“Siguieron las amenazas constantes y amenazas serias de muerte. Entonces, mi novia y yo, tomamos la decisión apresurada de salir de ahí, antes que terminar en una bolsa plástica tirados en una cuneta, como le ha pasado a mucha gente y como nos amenazaron que nos iba a pasar”, explica Henrick desde su exilio en Madrid.
Y recuerda: “En el país donde yo he crecido puedes amanecer muerto por un ataque odio. Tienes que ocultar constantemente tu verdadera identidad”.
Atrás dejan una violencia que, dicen, habían normalizado. Aunque celebran haber obtenido la protección internacional, Henrick confía en que “llegará un día en el que las cosas cambien totalmente y que evolucionemos para que nadie tenga que huir de su país”.
En el mundo todavía existen 67 países que criminalizan a personas del colectivo LGTBI+, lo que obliga a muchas de ellas a huir y buscar refugio fuera de sus fronteras.
El delito de existir es la mochila con la que salen a cuestas, un peso aplastante del que, personas como Henrik, se están despojando gracias a su fortaleza y al acompañamiento de ONG Rescate.
Alcanzar y defender una sociedad diversa e inclusiva es la llave para que nadie tenga que huir para ser libre.